Opinion

22.Nov.2013 / 05:49 pm / Comentarios desactivados en CHÁVEZ: ALFARERO DEL PODER POPULAR EN AMÉRICA LATINA

Por: Enrique Plata Ramírez

I

“Vamos juntos a levantar la bandera hermosa

 de la revolución bolivariana”

Hugo Rafael Chávez Frías

 

El tiempo, esa elusiva concepción y definición, ha sido considerado como una magnitud física con la cual se mide la duración o separación de acontecimientos, los hechos que los sujetos realizan durante ciertos períodos factibles de ser observables y que, según todas las teorías físicas, mantienen un pasado, un futuro y lo no pasado ni lo no futuro, que remite a una actualidad o simultaneidad, lo que de alguna manera viene a representar el llamado “tiempo absoluto” o lo que Kant, deteniéndose en  la concepción tiempo y espacio, filosóficamente define como conceptos subjetivos.

El concepto físico del tiempo – y desde aquí ya no queremos seguir metiéndonos en honduras – me indicará la existencia de un evento UNO, de un evento DOS, y de un Observador, a quien definiremos como un Sujeto que bien ha sido partícipe de ambos momentos o de uno de ellos, o los ha apreciado y estudiado con el “transcurrir del tiempo”, es decir, el Sujeto puede medir los eventos o acontecimientos partiendo de una concepción cronológica, es decir, sosteniéndose, por ejemplo, en la Historia, la Geología e incluso la Arqueología, etc.

Dicho lo anterior, podríamos sostener, históricamente, la presencia de Hugo Rafael Chávez Frías, a partir de dos momentos cruciales: el primero la mañana del cuatro de febrero de 1992, cuando las pantallas de la televisión venezolana mostraron a un desconocido y cansado militar que se reconoció como líder de la sublevación bolivariana que pretendió el derrocamiento del entonces presidente Carlos Andrés Pérez, y quien al comprobar el fracaso de dicha sublevación, trasciende a la historia venezolana cuando hace un llamado a sus subalternos para que depongan las armas pues “por ahora” los objetivos propuestos no habían sido logrados. Inmediatamente se identifica como el Comandante Hugo Chávez y asume cualquier responsabilidad.

El segundo momento lo pudiéramos enmarcar como el cierre de la campaña electoral de 2012 en la ciudad de Caracas, en medio de un torrencial aguacero. Octubre cuatro, Hugo Chávez viene de recorrer todo el país y los últimos días había salido desde su natal Barinas, concentrándose en distintas ciudades del llano y del centro para luego realizar un apoteósico cierre electoral que lo llevaría a un triunfo holgado el siete de octubre de ese mismo año. Las imágenes de Chávez en medio de la lluvia recorrerían el mundo y mostrarían al carismático líder venezolano “soportando” junto al pueblo un descomunal aguacero que cayó sobre la Caracas.

Dos momentos capitales que permitirán apreciar, conocer y estudiar el tiempo de Hugo Chávez, la consolidación de su ideología revolucionaria, bolivariana, socialista, trascendental, transformadora, que el pueblo ha llamado “El Chavismo”, y que trasciende a la presencia física del líder. El tiempo físico de Hugo Chávez, por otra parte, deja como legado su acción política y militar, y con ambas su pensamiento: de estadista, de culto lector, de economista, educador, comunicador, de transformador de una sociedad deprimida, maltratada, expoliada. Su pensamiento político, cultural, social, que traspasa las fronteras patrias venezolanas y, según lo propusieran intelectuales y pensadores de los siglos pasados – Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre, José Martí, Emiliano Zapata, Sandino, Fidel y un larguísimo etcétera -, se extiende por la patria grande, por la América mestiza, para reconocerse en los pueblos subalternos, que con el discurso y el pensamiento de Hugo Chávez comienza a tener voz propia, a reconocerse como sujeto histórico y no como masa amorfa que sólo tiene presencia y valía en cualquiera de nuestros países cuando llegan las elecciones para seguir votando por las castas oligárquicas que desde los albores del siglo XIX se adueñaron de nuestras patrias.

Si bien es cierto que Hugo Rafael Chávez Frías, el sujeto histórico, irrumpe el cuatro de febrero, como ya lo señaláramos, esto no significa que antes “no existiera”. Ese otro tiempo, que pudiéramos dividir en dos grandes etapas: el de formación en “La Casa de Los Sueños Azules”, como cadete y luego como oficial subalterno destinado en distintas guarniciones del país; y un segundo momento que, subterráneamente, arranca con el “Juramento del Samán de Güere”, y le permite al oficial comenzar a formarse junto a maestros y guías – el viejo maestro Ruiz Guevara, su hermano Adán Chávez, entre otros -, tomando conciencia de la situación real del pueblo venezolano y de la América toda. Un pueblo indefenso, humillado; “un pueblo noble y montaraz”, para parodiar al grande de la canción latinoamericana, Alí Primera; un pueblo inmensamente rico sumergido en la miseria y el olvido. Momento que hará eclosión con los terribles y trágicos sucesos del llamado “caracazo de 1989” y que sacudirá la conciencia de los jóvenes militares, intelectuales, profesores, maestros, estudiantes y obreros de entonces, quienes angustiosamente reconocen la necesidad de sacudirse a un régimen autodenominado democrático – puntofijista -, pero que había agotado ya su legalidad y su accionar en el tiempo. De la célebre coronación de Carlos Andrés Pérez, aquel funesto año 89, emergerá la desconocida figura del comandante Hugo Chávez la madrugada del cuatro de febrero, también llamada “La noche de los comandantes”.

De la misma manera, posterior al siete de octubre de 2012, una vez que el organismo electoral lo proclama vencedor en las elecciones nacionales presidenciales, Hugo Chávez, si bien diluye sus apariciones públicas a causa de su extraña enfermedad, continúa con su trabajo de estadista, de militar, de forjador de una patria grande, inmensa y soberana, como el sueño de los libertadores del XIX. Acción que nos sitúa ante el ocho de diciembre de ese mismo año, cuando en cadena nacional, previendo su fatal desenlace físico, exhorta al pueblo revolucionario venezolano a apoyar a quien define como “su hijo”, para continuar con el proceso revolucionario: Nicolás Maduro, quien a partir de abril de 2013 dará inicio formal a una segunda etapa del denominado chavismo, esta vez sin la presencia física de Hugo Rafael Chávez Frías, el alfarero del poder popular en América Latina.

El 2 de febrero de 1999, mismo día en que asume la presidencia de la República de Venezuela, Hugo Chávez, luego de los actos y discursos protocolares, se traslada hasta “La Casa de los Sueños Azules”, y en el mismo patio donde recibiera su sable como Subteniente del Ejército venezolano, convoca al pueblo todo al “nacimiento del nuevo tiempo venezolano, el nacimiento de la Venezuela nueva, el nacimiento de la Venezuela libre, de la Venezuela bolivariana que siempre hemos soñado”*. Daba inicio a la nueva historia del país y del continente y comenzaba a forjarse un pensamiento y una acción que devendría en la consolidación del ejercicio del poder por parte del pueblo; del ejercicio social, educativo, cultural, deportivo, político, en fin, en todas las estructuras de la nación, llevadas adelante por la acción y la soberanía del pueblo venezolano.

Con ello se daba inicio también a la formación de un pensamiento político e ideológico que trascendería la historia continental: nos referimos al llamado “chavismo”, y con él a lo que el propio Hugo Chávez definió como “Socialismo del siglo XXI”, que se mantiene latente para su investigación y su estudio, y que iremos abordando en sucesivas reflexiones.

II

“Es fundamental que hagamos una transformación radical,

 integral, a fondo, del Estado y del sistema político venezolano”

Hugo Rafael Chávez Frías

Antonio Gramsci, en Notas sobre Maquiavelo**, apunta que “la ciencia política debe ser concebida en su contenido concreto y en su formulación lógica como un organismo en desarrollo”, asimismo, sostiene que “la naturaleza humana es el conjunto de relaciones sociales históricamente determinadas”, es decir, hechos históricos verificables. Las notas anteriores vienen a propósito de lo que decíamos en la primera entrega sobre la concepción del tiempo y la participación de un sujeto histórico, en este caso remitimos a Hugo Chávez Frías, quien sostiene en su formación y en su pensamiento ideológico, al Ser y al Hacer político como una ciencia, en primer lugar, que conlleva, en segundo lugar, a un organismo en permanente movimiento, en desarrollo y amplitud.

Desde sus primeros discursos como Presidente, Hugo Chávez Frías convoca al pueblo a participar en todos los órdenes del país y a ejercer su poder popular justamente para transformar un pensamiento que se había hecho obsoleto, producto del estancamiento de un régimen que si bien se hacía llamar democrático, había colapsado a causa de sus múltiples y constantes errores, lo que lo había agotado ante la dinámica nacional y mundial, por lo cual Hugo Chávez consideraba necesaria una reformulación del ejercicio del poder en Venezuela. Los poderes políticos, para Hugo Chávez, debían ser nuevamente cartografiados para ponerlos verdaderamente al servicio del pueblo.

Agotado el llamado “Puntofijismo”, y luego de una sorprendente campaña electoral, en diciembre de 1998 Hugo Rafael Chávez Frías gana las elecciones presidenciales y a partir de ese momento reafirma una de sus propuestas electorales: la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, que no sólo pulverizaría el modelo político de la cuarta república, sino que al transformar el ejercicio del poder le ofrecía al ciudadano común una verdadera participación en la toma de decisiones de gobierno y en el ejercicio de la soberanía misma, y comenzaba a pensar en la formación de las comunas en cuanto forma de ordenar, dirigir y gobernar a la nueva república.

El 24 de abril de 1999, desde el propio Palacio de Miraflores, en un emotivo discurso, el Presidente Chávez convoca al pueblo venezolano a un referéndum para conformar una Asamblea Nacional Constituyente, que diluya legalmente los desgastados poderes establecidos durante la cuarta república y reconfigure las distintas instituciones que lo conforman. 80 escasos días tenía de haber llegado a la presidencia y de inmediato quería llevar adelante las transformaciones propuestas, para que el pueblo venezolano pudiese disfrutar de uno de los sueños del Libertador Simón Bolívar: la suprema felicidad.

Evocando a los grandes hombres de la Federación (1859-1863), y afirmando que en el final del siglo XX soplaban vientos de cambios para la patria, vientos favorables para llevar adelante cualquier propuesta, Hugo Chávez convoca al pueblo a la Asamblea Nacional Constituyente, reafirmando que “¡Llegó la hora del pueblo. Llegó la hora de las grandes decisiones!”*** Chávez entendía que el pueblo venezolano debía ser consultado y además involucrado en esas radicales transformaciones que estaba proponiendo. El referéndum resultaba algo inédito para la reciente historia venezolana. Nunca antes el pueblo había sido consultado para nada – salvo los llamados quinquenales a ejercer el voto electoral – y menos aún para renovar los distintos poderes y las diversas instituciones nacionales, desgastadas todas ante una práctica seudo-democrática que sólo había servido para consolidar a una minoritaria y opulenta oligarquía burguesa.

Así pues, sosteniéndose en el pensamiento de Simón Bolívar – lo cual hará a lo largo de su corta vida y cruzará emblemáticamente todas las propuestas de su proyecto político revolucionario – y afincándose para la ocasión en el Discurso de Angostura: “Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando, convoca la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta”****, aquel 24 de abril convoca para el día siguiente, al pueblo venezolano para que participe y se pronuncie en el referéndum, y más tarde, cuando así se decida, en la conformación de la Asamblea Nacional Constituyente que habrá de trazar el nuevo mapa político, cultural, educativo, económico, social, etc., de la República Bolivariana de Venezuela.

Chávez convoca entonces a los venezolanos en nombre de la esperanza de la patria, en nombre del optimismo y la fe del pueblo, para juntos llevar adelante las transformaciones que el país necesita, pues entiende que la Asamblea Constituyente era una necesidad vital para la nación que habría de surgir al siglo XXI, puesto que el sistema político venezolano de los últimos cuarenta años, la llamada cuarta república o democracia puntofijista, había perdido no sólo su esencia democrática, sino también su legitimidad y su capacidad para conducir a la nación en busca de la justicia social, de la igualdad y de la suprema felicidad y no garantizaba ni la salud, ni el derecho a una vivienda digna y menos aún el derecho a la educación, que venía privatizándose en desmedro de todos los venezolanos.

Así, el pensamiento político-ideológico propuesto por Hugo Rafael Chávez Frías, cruzado inicialmente y para siempre por el pensamiento y las ideas bolivarianas y reafirmado posteriormente por las concepciones de un nuevo socialismo, servirían de basamento, de sostén, de columnas firmes para su proyecto revolucionario que dejaba de ser suyo a título personal, para ser de todos los venezolanos, sin distingos de ningún tipo, para todos quienes quisieran participar de él y hacer de Venezuela una patria grande, una potencia regional que alumbrara los caminos para otras naciones a lo largo del siglo XXI.

El chavismo deviene entonces en proyecto revolucionario nacional, que trasciende fronteras y retoma, nuevamente, las nociones de la patria grande, de la patria libre, de la patria soberana e independiente y no el patio trasero de potencia alguna. El chavismo inicia una ruptura en 1998 con el triunfo electoral, y va ahondando fisuras en los aparatos gubernamentales burocráticos de las naciones latinoamericanas, que comienzan a mirar hacia Venezuela, hacia su proceso revolucionario, hacia las profundas y radicales transformaciones que está viviendo el pueblo de Simón Bolívar. La patria grande, mestiza, anticolonialista y anti-imperialista, respira entonces otros aires; el proyecto bolivariano pareciera tener una segunda oportunidad a través de los siglos. Se tratará de una segunda independencia, que costará lágrimas, traiciones, fraudes, sangre y dolor.

El pensamiento de Hugo Rafael Chávez Frías iniciaba un proceso que aún hoy día se mantiene latente y vigente. Si bien lograba que el pueblo venezolano, la masa olvidada, expoliada, tuviese una efectiva participación en el Ser y Hacer de la política, ponía también a repensarse, a buscarse en su interior no sólo a Venezuela sino a la América Latina toda, y aún aquellos que fervientemente lo adversaron, comenzaron a revisarse y a reconocer que un tiempo fenecía y había que abrir brechas, caminos y veredas para los pueblos del continente.

Este pensamiento – en su amplitud política, social, cultural, educativa, económica y aún religiosa – sigue siendo nuestro motivo de reflexión en estas cortas apreciaciones, siempre volviendo la mirada a sus discursos, a sus líneas, a sus programas televisivos y radiales, por considerar que allí se encuentra la esencia de dicho pensamiento y la formación del proceso histórico revolucionario venezolano, llamémoslo chavismo, bolivarianismo o socialismo del siglo XXI.

 

NOTAS:

* Discurso en la Academia Militar posterior al acto de toma de posesión en Miraflores. 2 de febrero de 1999.

** Antonio Gramsci. Cuadernos de la cárcel: Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el estado moderno. México, Juan Pablos, Editor, 1975.

*** Hugo Chávez Frías. “Discurso con motivo del referéndum para convocar una Asamblea Nacional Constituyente. Palacio de Miraflores”. Caracas, 24 de abril de 1999.

**** Simón Bolívar. “Discurso de Angostura”. Angostura, 15 de febrero de 1819.

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ENRIQUE PLATA RAMÍREZ: venezolano, escritor, Doctor en Literatura en la Universidad Complutense de Madrid – España. Magíster en Literatura Iberoamericana y Licenciado en Letras. Profesor del Instituto de Investigaciones Literarias (Facultad de Humanidades) de la Universidad de los Andes de Mérida – Venezuela. Ha publicado los libros de narrativa y ensayo: Nárvera: ¡Calores! (Mérida, 1988),  Azares y otros cuentos (Mérida,  1997), «Tu cuerpo como la noche». En: Molto Vivace. Antología de Cuentos Musicales (Madrid, Páginas de Espuma, 2001), Actos de Magia (Madrid, ACL «Corredor del Henares», 2002), «Actos de Magia». En: Antología de cuentos inéditos 2 (Sevilla, Jamais, 2003). Harot: o la venganza de Polifemo (Mérida, Solar/ AEM, 1999) y Ya no estás más a mi lado, corazón (Mérida, APULA, 2004. Al acecho de la postmodernidad  (Mérida, Asociación de Profesores de la ULA, 2005). Cuentos y cuentistas. Presencia de un nuevo lenguaje narrativo (Madrid, ACL «Corredor del Henares», 2003).