Opinion

23.Abr.2017 / 12:46 pm / Comentarios desactivados en MERCENARIZACIÓN DE LA POLÍTICA: Por Pausides Reyes

1.- EL KEYNESIANISMO MILITAR EN LA ERA TRUMP
John Maynard Keynes (1883-1946), economista británico, ha sido considerado el fundador de la macroeconomía moderna. También se le conoce como el padre de la teoría del capitalismo regulado porque sus planteamientos teóricos  se fundamentan en la intervención, de modo constante y activo, del Estado en la vida económica para proteger, conservar y desarrollar el sistema capitalista.

De esta forma, según Keynes, se aseguran altas tasas de ganancias a los grandes capitales y se estimula la inversión privada que debería mantener el empleo y un crecimiento ascendente. “los gastos ruinosos de préstamos pueden, no obstante, enriquecer al fin y al cabo a la comunidad. La construcción de pirámides, los terremotos y hasta las guerras pueden servir para aumentar la riqueza, si la educación de nuestros estadistas en los principios de la economía clásica impide que se haga algo mejor” (Keynes. Teoria General).

Cuando Barack  Obama llegó a la Casa Blanca no faltaron los calificativos mediáticos que se empeñaban en asimilarlo a posturas ideológicas cercanas al socialismo. Se despidió Obama sin poder transferirle el gobierno a la señora Clinton sino a un empresario de innegable convicción racista y, sin embargo, los grupos económicos contrarios intentaron echar mano de los más disparatados ejercicios de imaginería para intentar venderle al mundo la idea de un Chávez americano en la Casa Blanca.

La querella puesta en la dimensión de los ideales esotéricos se presenta como una disputa ideológica entre los defensores del Estado frente a los defensores del mercado. En el terreno pragmático la pelea es más terrenal y responde al cómo sacarle el mejor provecho a las inversiones que debe hacer el Estado en una época de crisis. Se trata de una especie de lobby practicado desde el espectáculo-chantaje mediático para forzar participación en el reparto de los negocios.

Con Donald Trump no es que se haya producido una revolución social como pretende sugerir CNN sino más bien el afianzamiento del poderío de  los grupos económicos vinculados al petróleo y el complejo industrial militar.  Lo que llamamos keynesianismo militar en la era Trump no es otra cosa que la prioridad que tendrá la industria militar en  las inversiones del Estado.

“Vamos a gastar mucho más dinero en el ámbito militar, ha dicho Trump, debemos hacerlo, no hay otro remedio, y mucha gente piensa que es una suma enorme…” Su primera proyección de incremento del presupuesto fue de cincuenta y cuatro mil millones de dólares, luego de las reuniones realizadas con representantes de la industria militar le incorporó treinta mil millones adicionales para sumar los ochenta y cuatro mil millones. Sin embargo, al jefe del comité de las Fuerzas armadas, el señor John McCain le pareció insuficiente y le sugirió a Trump elevar el presupuesto global militar a 650 mil millones de dólares.

Tomando en cuenta únicamente lo anunciado por Trump ese aumento representa más del 80% del presupuesto militar ruso del año 2015. La administración Trump  está obligada a cultivar enemigos para justificar el gran negocio de la carrera armamentista. La fulana lucha por la democracia y su cínico combate al terrorismo y el narcotráfico se constituyen en excelentes razones para justificar la guerra como política de Estado.

2.- COLOMBIA: LA GUERRA POR CONTRATO

El caso colombiano, al igual que el iraquí, se han constituido en modelos emblemáticos que dan cuenta del reacomodo que se ha producido en la forma de intervención estadounidense en los asuntos internos de los países considerados de importancia estratégica para su política de seguridad nacional. La proliferación de Compañías Militares Privadas (CMP) con capacidad operativa en cualquier parte del mundo forma parte de ese reajuste. Desde los años noventa en Colombia vienen operando más de 75 Compañías Militares Privadas.

La Dyncorp Internacional es la más importante, no solo por su capacidad operativa sino porque  el 96% de sus ingresos provienen del Pentágono. Según los reportes maquillados esta empresa tiene unos ingresos anuales por encima de los dos mil millones de dólares anuales. El otro detalle que merece la pena resaltar es la simbiosis perfecta que existe entre el Pentágono, el Estado colombiano, las Compañías Militares Privadas, el narcotráfico y los paramilitares. Las operaciones encubiertas en la región gozan de muy buena salud porque la fuente de financiamiento es múltiple e inagotable por el matrimonio perfecto entre el  Pentágono,  el Estado colombiano y el narcotráfico.

La guerra es un negocio de  proporciones gigantescas; eso explica el empeño de los perros de la guerra de asesinar defensores de los derechos humanos, dirigentes sociales y guerrilleros pacificados. La paz no le es rentable al capitalismo. En el año 2014 se asesinaron 78 activistas; en el 2015 alcanzó los 115, en  el 2016   fueron 117   y en los tres primeros meses del 2017 las cifras  reportan 28 asesinados.

El acuerdo militar entre Estados Unidos Y Colombia  para instalar las siete bases militares en el territorio del vecino país forma parte de un plan injerencista donde Venezuela es un blanco privilegiado. Desplazar el conflicto colombiano a territorio venezolano utilizando mercenarios nacionales y extranjeros les garantiza a los mercaderes de las guerras mantener encendida la llama del conflicto bélico y estimula la compra de armas en la región.

La mercenarización no sólo tiene su expresión en  las operaciones de carácter estrictamente militar sino también en el pago de actores políticos que le tributan con su accionar a los planes intervencionistas. Redes sociales, medios de comunicación, instituciones políticas y religiosas, intelectuales, delincuencia común, etc. forman parte de un entramado variopinto que ha sido acariciado y domesticado por las manos bondadosas de las alianzas con el narcotráfico.

Las Compañías Militares Privadas que operan desde Colombia son el cerebro de los planes desestabilizadores en Venezuela. Todo el dineral del narcotráfico invertido en los mercenarios residenciados en nuestro país fluye a través de dichas empresas.