Desde hace 17 años la derecha viene denunciando en los medios de comunicación, nacionales e internacionales, que con la llegada de la Revolución Bolivariana se estableció en Venezuela una dictadura.

Extraña dictadura la nuestra, en un país donde se han realizado 20 elecciones nacionales, todas con acompañamiento internacional, y con estrictos mecanismos de verificación ciudadana antes, durante y posterior al hecho electoral; y en algunas de las cuales la oposición ha logrado resultados favorables. Aunque en honor a la verdad las fuerzas revolucionarias, han derrotado una y otra vez a los contrarrevolucionarios en su pretensión de acabar con el proyecto de país que lideró Hugo Chávez y hoy continúa el Presidente Nicolás Maduro.

Pero si esto no fuese suficiente, se han constituido más de 45.000 Consejos Comunales, todos con sus respectivas elecciones, restituyendo cada vez más el poder al pueblo.

Pero como la democracia no sólo se reduce a lo electoral, en nuestra extraña dictadura proliferan los medios de comunicación privados, que día a día sirven de palestra para el ataque al Gobierno Bolivariano. No hay libertad de expresión gritan a viva voz quienes se oponen a la Revolución. Invitan a Ex-Presidentes, a dirigentes de la derecha internacional, a escritores, y pare usted de contar a visitar la extraña dictadura nuestra. Los llevan a sus hoteles y restaurantes, preparan cócteles y foros, recaudan fondos, todo sea por salir del asfixiante régimen. Al tiempo que los líderes de la contrarrevolución viajan por el mundo para denunciar lo que ocurre en el país, muchas veces hospedándose en sus propiedades en el extranjero.

En la extraña dictadura nuestra, quienes adversan a la revolución, llenos de odio, cometen actos terroristas y todo tipo de crímenes, pretendiendo luego por la vía legislativa absolver de toda culpa a sus esbirros. Pero al evitarse la flagrante violación constitucional, denuncian ante el mundo a la extraña dictadura nuestra.

Heryck Rangel