Opinion
En la República Bolivariana de Venezuela no podría haber mejor fecha para anunciar la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que el primero de mayo, como lo ha hecho en uso de sus atribuciones constitucionales, el obrero Presidente Nicolás Maduro Moros, el pasado lunes, en el que, aprovechando tan importante fecha para la clase trabajadora, ha ratificado al Soberano, es decir, al Pueblo, como protagonista y mandante, que desde esta ANC definirá el presente y futuro de la patria venezolana, sus relaciones sociales de producción (socialistas o capitalistas), la nueva geometría del poder y la relegitimación de todos los poderes públicos, sobre todo, con el objeto principal de proteger al Pueblo, empoderarlo y amparar la soberanía nacional,a partir del necesario Estado Comunal, lo que implica una reforma constitucional, ya sea desde las nociones del socialismo bolivariano y chavista del siglo XXI o, simplemente, el retorno a las formas clásicas y neoconservadora de la IV República al servicio del Estado burgués, porque Nicolás Maduro, profundamente demócrata como es, ha convocado a tirios y troyanos, sin sectarismo alguno.
Ahora, esas oposiciones terroristas rechazan la convocatoria a una ANC, porque ellos no creen, ni les importa un rábano el Pueblo, sino que consideran que el atajo golpista de violencia y muerte, les abre las puertas a un retorno de la vieja forma de esclavitud y dictadura, disfrazada del remoquete de “democracia representativa”.
Con tales conductas fascistas de la derecha terrorista, se reafirma, aún mas, el carácter democrático del Presidente Nicolás Maduro, quien insiste en mantenerse atado al Pueblo como su mandante y a la CRBV como su brújula.